Si bien en términos generales la política internacional sigue estando dominada por temas que ya eran determinantes en el siglo pasado, tales como la necesidad de salvaguardar la paz global o la procura del desarrollo de los países menos favorecidos, ya estamos a punto de entrar en la tercera década del siglo XXI, y nuevos temas han comenzado a preocupar a los actores internacionales.
Entre esos importantes temas están la seguridad informática y cibernética, así como los cambios tecnológicos que están modificando sustancialmente la estructura económica mundial. Además, se evidencia una mayor preocupación por problemáticas como el terrorismo, la legitimación de capitales, y la necesidad de hacer más transparentes los sistemas financieros a escala global, combatiendo la opacidad de los paraísos fiscales.
Los problemas derivados de la multiculturalidad, la inmigración, y la convivencia de civilizaciones muy distintas, también se hacen cada vez más presentes como asuntos a tratar, al igual que el cada vez mayor uso de la desinformación como arma política a nivel internacional, el riesgo que presentan los estados fallidos, y la precaria situación de los estados de bienestar en países como España, Francia o Japón.