El conflicto territorial más antiguo del continente americano es el que aún existe entre Venezuela y Guyana. Venezuela le reclama a Guyana todo el territorio al oeste del río Esequibo, una zona que Venezuela administraba desde tiempos coloniales. En aquella época, al este del río Esequibo estaban las colonias holandesas de Demerara, Berbice y Esequibo (actuales Surinam y Guyana); mientras que al oeste del río empezaba el territorio colonial español hoy conocido como Venezuela.
En 1814, Holanda le cedió a Gran Bretaña su colonia del Esequibo, que para ese entonces y de acuerdo con documentos de la época contaba con unas 20.000 millas cuadradas de extensión, equivalentes al territorio actual de Guyana al este del río Esequibo. Gran Bretaña, sin embargo, prontamente estimuló la colonización de su nuevo territorio más allá del río, lo cual fue protestado repetidamente tanto por las autoridades coloniales españolas como por los sucesivos gobiernos de la Venezuela ya independiente. Los británicos hicieron caso omiso de las protestas, hasta que Venezuela se vio obligada a romper relaciones diplomáticas con dicho país en 1887.
Al ser un país débil y sin posibilidades de enfrentar al imperio británico, Venezuela solicitó la ayuda de los Estados Unidos. Durante varios años, los gobiernos norteamericanos instaron a Gran Bretaña a aceptar un arbitraje, pero los ingleses se negaron obstinadamente, mientras que seguían estimulando la colonización y explotación del territorio en disputa. Finalmente, Estados Unidos amenazó a Gran Bretaña con el uso de la fuerza para que aceptara ir a arbitraje. Los ingleses aceptaron acudir al arbitraje en 1897.
El tribunal de arbitraje emitió su sentencia en 1899, pero dicha sentencia contenía varios vicios que evidenciaron su carácter espurio. Los jueces no siguieron los principios requeridos por el tratado de arbitraje, se excedieron en sus competencias al establecer fronteras con terceros países, y la sentencia carecía de motivación y de argumentos apegados al derecho. Venezuela protestó el resultado del arbitraje, pero fue compelida a delimitar la frontera establecida, so pena de ser agredida militarmente por Gran Bretaña.
Los gobiernos venezolanos, sin embargo, nunca aceptaron realmente la frontera. Décadas después comenzaron a aparecer testimonios que evidenciaban que el arbitraje había sido fruto de un arreglo entre las potencias de la época, y no una sentencia apegada al derecho. Con estas bases Venezuela denunció ante las Naciones Unidas en 1945 y 1962 dicha línea limítrofe, y exigió la renegociación de su frontera con la entonces Guayana Británica.
Ante este escenario, en 1966 los gobiernos de Venezuela, Reino Unido y Guayana Británica firmaron el Acuerdo de Ginebra, que estipula que las partes deben «buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico» del conflicto. El preámbulo del acuerdo establece también que la controversia debe «ser amistosamente resuelta en forma que resulte aceptable para ambas partes».
En los últimos años, Guyana ha insistido en resolver la controversia por vía judicial, pero Venezuela se ha negado a ello basándose en que el espíritu del Acuerdo de Ginebra obliga a llegar a un arreglo práctico que ambas partes consideren aceptable, cosa que no sería posible alcanzar dejando que un tercero resuelva el asunto.