La guerra en Siria

Desde el año 2011, el mundo ha asistido con conmoción al desarrollo de un cruel enfrentamiento civil armado en Siria, con la posterior intervención de potencias foráneas.

El actual mandatario del país, Bashar al Asad, fue elegido en 2000. Su mandato empeoró las ya lamentables condiciones socio-económicas de la población siria, aumentando la desigualdad, el desempleo y la pobreza. La población resentía, además, que Al Asad había incumplido sus promesas de adelantar reformas democráticas en el país. Por si fuera poco, una cruel sequía asoló al país, y los sucesos de la Primavera Árabe en otros países de la región terminaron por exacerbar a la población.

El pueblo sirio comenzó a realizar protestas multitudinarias pidiendo libertades civiles, mejoras económicas y lucha contra la corrupción, llegando a quemar edificios identificados con el partido gobernante. Las protestas fueron atacadas por el ejército. Ante estos ataques, la población se armó para combatir a los militares afectos al gobierno. Militares desertores conformaron ejércitos paralelos buscando salvaguardar la integridad de la población.

El conflicto aumentó su complejidad con la participación de diversas milicias, como los combatientes kurdos. Una importante cantidad de rebeldes terminaron enlistados en el temible Estado Islámico, que pasó a controlar extensas zonas del país, con tal de hacer frente al gobierno sirio. En tanto, Bashar al Asad se defendía con las fuerzas del ejército y la participación del Hezbollá iraní en la guerra.

Para 2014, el gobierno sirio convocó elecciones presidenciales en las áreas que controlaba, invitando a observadores de países afectos al régimen para que atestiguaran la legalidad del proceso. Resultó electo de nuevo Al Asad, con casi el 90% de los votos. Estados Unidos, la Unión Europea y el Consejo de Cooperación del Golfo calificaron el proceso como una farsa. En cerca del 60% del territorio no se celebraron las elecciones, por estar controladas por los rebeldes.

La rápida extensión del grupo terrorista Estado Islámico en la región encendió las alarmas de las potencias extranjeras, que terminaron involucrándose en el conflicto. Estados Unidos, junto con Francia, bombardeó posiciones del grupo terrorista entre 2014 y 2015, además de apoyar financiera y logísticamente a los rebeldes. Rusia entró al conflicto poco después, pero atacando a los rebeldes y al Estado Islámico por igual, en defensa del gobierno sirio.

Otros países, como Turquía e Israel, también se vieron directamente involucrados en la guerra civil siria, pues buscaban prevenir ataques de los grupos armados a su territorio. Con la casi total eliminación del Estado Islámico, Occidente redujo su participación en el conflicto, y el gobierno de Bashar Al Asad terminó por imponerse en el territorio, para satisfacción de Rusia.